La Transformación Azul: maximizando las aportaciones de los sistemas alimentarios acuáticos
Las previsiones de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura (FAO) apuntan que para el año 2050 la población mundial habrá crecido hasta los 9.700 millones de personas y con ello la demanda de alimentos, hasta situarse en un 60% y 70% más de los que se producen hoy día. Los sistemas de producción terrestre de alimentos están al límite por lo que la obtención de proteína de sistemas acuícolas se posiciona como una buena alternativa.
Efectivamente, la alta y creciente prevalencia del hambre y la desnutrición en el mundo, combinada con las alteraciones climáticas y ambientales, es un indicativo de que el sistema alimentario mundial no está brindando a toda la población alimentos seguros y nutritivos, de una forma sostenible y equitativa. Además, el crecimiento de la población y la creciente riqueza están influyendo en una mayor demanda de alimentos y de dietas intensivas en recursos.
En este panorama de demanda y necesidad, las visiones de lo que constituye el progreso hacia un sistema alimentario sostenible divergen, pero la mayoría de ellas incorpora alimentos acuáticos como un vehículo para acabar con el hambre y la desnutrición y construir sistemas alimentarios sostenibles, inclusivos, resilientes, eficientes y positivos para la naturaleza.
Los sistemas alimentarios acuáticos pueden hacer contribuciones clave a la seguridad alimentaria y la nutrición, amortiguan los impactos del cambio climático y, cuando se transforman adecuadamente, aumentan de manera sostenible el suministro de alimentos nutritivos y la resiliencia de las comunidades, fomentando el empleo digno, la equidad, la igualdad de género y disminuyendo la pobreza.
A través de la Transformación Azul, los sistemas alimentarios acuáticos pueden:
- Apoyar el suministro de suficientes alimentos acuáticos para una población en crecimiento que sea ambiental, social y económicamente sostenible y equitativo;
- Garantizar la disponibilidad y accesibilidad de alimentos acuáticos seguros y nutritivos para todos, en particular para las poblaciones vulnerables, y reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos.
Algunos de los retos actuales
Según el último informe “Perspectivas alimentarias” de la FAO, se espera que la producción mundial de pesca y acuicultura en 2022 aumente en un 1,5 %, a 184,6 millones de toneladas. Además, explica que el crecimiento en el sector de la acuicultura se recuperó en relación con el año pasado, en un 2,9 por ciento, hasta los 92,2 millones de toneladas. Sin embargo, esta cifra hay que cogerla con cautela, matiza FAO, puesto que los costes de los insumos mantienen una senda de crecimiento a largo plazo lo que, unido a otros factores, como el coste energético, están contribuyendo a una desaceleración del crecimiento del 0,2 % interanual.
La guerra en Ucrania está generando varios impactos negativos en la economía mundial, con implicaciones directas para las empresas de productos del mar. Y mientras los precios de los productos básicos, incluidos los alimentos, suben vertiginosamente con tasas de inflación que en muchos casos no se habían visto en décadas; los costes ya elevados de insumos han aumentado aún más y están reduciendo los márgenes, particularmente para los intermediarios de la cadena de suministro como procesadores.
Como decíamos en uno de nuestro post anteriores sobre los retos de la acuicultura, en concreto, la monitorización del impacto ambiental potencial e informar sobre los tratamientos responsables de enfermedades de los peces como parte de un sistema de acuicultura sostenible es ya más que una tendencia un imperativo.
Para ello, es necesario disponer de sistemas y servicios que permitan a los productores verificar el impacto de las granjas acuícolas existentes y conocer el que potencialmente tendrían en nuevas ubicaciones, determinar y monitorizar las condiciones del fondo marino, y proporcionar información para los informes regulatorios que se les requieren.